Suavecito... fuiste casi imperceptible…
Y ese miedo idiota, te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón...
Que hoy te veo
Y aunque lo intente no se me olvida
Que eras tú él que no creía en las despedidas
Que sigo siendo la misma loca que entre tus sábanas se perdía.
Y a fin de cuentas no soy distinta de aquella idiota.
Que te quería.
¿De cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de él que continúe latiendo?
El príncipe no iba a regresar para despertarme de mi sueño mágico con un beso, al fin y al cabo tampoco yo era una princesa-
Y es que te daría el corazón
Por un último beso.